La violencia y el narcotráfico volvieron a sacudir al fútbol tucumano. En menos de diez días, dos barrabravas —uno de Atlético Tucumán y otro de San Martín— fueron procesados por la Justicia. El primero, Jorge Javier Acevedo, líder de “La 33”, fue acusado de balear a dos jóvenes en el barrio Juan Pablo II. El segundo, Luis Carlos “Wanchope” Pérez, fue detenido por transportar más de medio kilo de cocaína en una camioneta con símbolos de San Martín.
Ambos casos reflejan una problemática que lleva años creciendo: el vínculo entre las barras bravas, el crimen organizado y el control territorial en los estadios.
El clan Acevedo y la violencia en Atlético Tucumán
Jorge Javier Acevedo, conocido como “Jazo”, tiene un largo historial judicial. A pesar de haber sido absuelto en 2013 por el robo de una motocicleta, acumula varias condenas. La última acusación lo señala como responsable de herir a dos vecinos por motivos aún no esclarecidos. Algunas versiones apuntan a disputas personales, otras a rivalidades futbolísticas, y otras más graves, a conflictos por la venta de drogas.
La barra “La Inimitable”, liderada por el clan Acevedo desde hace casi tres décadas, enfrenta una crisis interna. Sin un jefe claro, los enfrentamientos por el reparto de dinero y poder se intensifican. La paz en el estadio de los “Decanos” parece cada vez más frágil.
Narcotráfico y traiciones en La Ciudadela
En el estadio de San Martín, la situación no es menos preocupante. Luis Carlos Pérez fue arrestado mientras transportaba cocaína en una camioneta con banderas del club. Las autoridades sospechan que se dirigía a entregar la droga en Las Talitas. Su vínculo con Santiago “Cara i’ Gota” Villafañe y Facundo Ale, ambos relacionados con redes de narcomenudeo, revela una trama compleja.
En diciembre, una bandera acusatoria colgada en el estadio expuso públicamente a presuntos narcotraficantes. El mensaje fue interpretado como una represalia por el ataque a Facundo Ale, baleado en plena calle. Las causas judiciales no avanzaron por el silencio de los involucrados.
Un fútbol atrapado entre el miedo y el crimen
Las tribunas de La Ciudadela están marcadas por la tensión. Corridas, amenazas y enfrentamientos virtuales evidencian un clima de miedo. Las disputas por el control territorial del barrio Oeste II se trasladaron al estadio, generando un escenario preocupante.
Por otro lado, dirigentes y referentes barriales prefieren no intervenir. “Que ellos arreglen sus problemas como quieran”, dijo uno de ellos. Sin embargo, el fútbol tucumano parece cada vez más atrapado en una espiral de violencia y narcotráfico que amenaza con desbordarse.