En Argentina, miles de hogares conservan equipos de aire acondicionado con más de 15 años de antigüedad. ¿Qué implica esto? Según organismos técnicos, estos aparatos pueden consumir entre 1,5 y 2,5 kWh por hora, mientras que un lavarropas eficiente apenas requiere entre 0,4 y 0,6 kWh por ciclo. Esta diferencia convierte al aire acondicionado antiguo en el electrodoméstico más costoso de operar.
Además, la falta de tecnología inverter en estos modelos provoca que trabajen siempre a máxima potencia, desperdiciando energía. Por el contrario, los equipos modernos regulan su funcionamiento según la temperatura ambiente, optimizando el consumo.
Eficiencia energética: clave para reducir el impacto económico
Mantener un aire acondicionado obsoleto puede sumar más de 300 kWh al año en la factura eléctrica. Diversos especialistas destacan que la eficiencia energética y la renovación tecnológica son fundamentales para mejorar la economía del hogar.
Sin embargo, muchas familias priorizan reparar sus equipos antiguos debido al alto costo de los modelos nuevos. Esta resistencia al recambio tecnológico perpetúa el uso de artefactos ineficientes, especialmente en zonas de clima cálido donde el aire acondicionado se utiliza intensivamente.
Por otro lado, los modelos clase A+++ pueden reducir el consumo hasta en un 40 %, lo que representa un ahorro significativo a mediano plazo.
Hábitos de uso y mantenimiento: aliados del ahorro energético
Más allá de la tecnología, el uso racional y el mantenimiento adecuado del aire acondicionado son esenciales. Limpiar filtros, revisar el gas refrigerante y programar temperaturas entre 24 y 26 °C ayudan a disminuir el gasto.
Además, estrategias como limitar el uso nocturno, emplear ventilación natural y reforzar el aislamiento térmico del hogar permiten reducir la dependencia de la refrigeración eléctrica.
Por último, una instalación segura y el uso de térmicas previenen accidentes eléctricos, especialmente en viviendas con múltiples artefactos de alto consumo.
Modernización y sostenibilidad: desafíos pendientes
La falta de políticas públicas para incentivar el recambio y reciclar equipos en desuso agrava el problema. La modernización de los electrodomésticos y la adopción de hábitos responsables son claves para aliviar la presión sobre la red eléctrica y avanzar hacia un consumo más sustentable.
En definitiva, el aire acondicionado antiguo no solo representa un gasto económico elevado, sino también un desafío ambiental. Actualizar los equipos y mejorar su uso es una inversión que beneficia tanto al bolsillo como al planeta.