El martes 11 de noviembre, el agente de tránsito Gabriel Risso Patrón (55) fue condenado por pedir una coima a un automovilista en San Miguel de Tucumán. El hecho ocurrió el 30 de agosto de 2024, cuando el inspector retuvo el carnet de un conductor y le exigió $12.000 para evitar una multa por mal estacionamiento.
La víctima, un hombre de 52 años, grabó toda la situación con su celular y denunció el hecho al sistema de emergencias 911. La intervención policial permitió detener al agente en el lugar pactado para la entrega del dinero, donde aún tenía en su poder el carnet del denunciante.
La Unidad Fiscal de Delitos Complejos, dirigida por Mariana Rivadeneira, presentó un acuerdo de juicio abreviado ante el juez. El auxiliar de fiscal Federico Lizárraga detalló las pruebas reunidas, entre ellas los videos registrados por la víctima que documentan el pedido de dinero.
Risso Patrón fue condenado por el delito de concusión, en perjuicio de la administración pública. La pena acordada fue de dos años de prisión condicional, inhabilitación especial por dos años y seis meses, y una multa de $60.000. También deberá cumplir reglas de conducta durante el período de condena.
Según la acusación, el inspector actuó con “dolo directo”, es decir, con plena conciencia de que estaba cometiendo un delito al solicitar dinero para no labrar el acta de infracción. La maniobra incluyó retención indebida del carnet y una cita en una esquina de la ciudad para concretar el pago.
La condena fue posible gracias al registro audiovisual de la víctima, que permitió probar el hecho sin margen de duda. El juez aprobó el acuerdo tras el reconocimiento expreso de culpabilidad por parte del acusado.
Justicia y ciudadanía activa
Este caso pone en evidencia la importancia de la denuncia ciudadana y el uso de herramientas como el registro audiovisual para combatir prácticas corruptas. Además, refuerza el rol del Ministerio Público Fiscal en la persecución de delitos que afectan la confianza en las instituciones públicas.
La condena a Risso Patrón marca un precedente en la lucha contra la corrupción cotidiana y envía un mensaje claro: la coima no puede quedar impune.



