Una nueva investigación científica demostró que limitar el consumo de azúcar en los primeros 1.000 días de vida —desde el embarazo hasta los dos años— puede reducir significativamente el riesgo de enfermedades cardíacas en la adultez.
El estudio, publicado en el British Medical Journal (BMJ), fue realizado por investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong y la Facultad de Medicina de Boston. Los resultados mostraron que una restricción temprana del azúcar se asocia con menores tasas de infarto, insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular, accidente cerebrovascular y mortalidad cardiovascular.
Además, otras investigaciones recientes sugieren que la reducción del azúcar en los primeros años también mejora la salud respiratoria a largo plazo, con menor riesgo de asma y EPOC.
Cómo se llevó a cabo el estudio
El trabajo se basó en los datos históricos del racionamiento de azúcar en el Reino Unido entre 1940 y 1953, lo que permitió comparar los efectos de una restricción real en la dieta durante el embarazo y la infancia.
Los científicos analizaron los historiales médicos de 63.433 personas nacidas entre 1951 y 1956. De ellas, 40.063 estuvieron expuestas al racionamiento de azúcar y 23.370 no.
Los resultados fueron contundentes: quienes crecieron bajo esa restricción presentaron un
- 20% menos de riesgo de enfermedad cardíaca,
- 25% menos de infarto,
- 26% menos de insuficiencia cardíaca,
- 24% menos de fibrilación auricular,
- 31% menos de accidente cerebrovascular, y
- 27% menos de mortalidad cardiovascular
La duración del racionamiento y sus efectos
Los investigadores encontraron una relación directa entre la duración del racionamiento y la mejor salud cardiovascular a largo plazo. Cuanto más prolongado fue el periodo de restricción, menores fueron los riesgos cardíacos.
Durante esa época, las asignaciones de azúcar se limitaron a menos de 40 gramos diarios por persona, y se prohibió añadir azúcar a la dieta de los bebés menores de dos años.
“El racionamiento prolongado se asoció con una menor incidencia de diabetes y presión arterial más baja, lo que permitió hasta dos años y medio más sin problemas cardíacos”, explicaron los autores.
La importancia de los primeros 1.000 días de vida
Los científicos destacaron que los primeros 1.000 días tras la concepción constituyen una ventana crítica en la que la nutrición influye en el riesgo cardiometabólico futuro.
“Muchos bebés consumen azúcares añadidos en exceso a través de la dieta materna, la fórmula o los alimentos sólidos”, advirtieron los investigadores. Por eso, recomiendan reducir el consumo de azúcar desde el embarazo, favoreciendo una alimentación equilibrada que prevenga enfermedades a lo largo de la vida.
Este estudio refuerza la evidencia de que la nutrición temprana puede definir la salud del corazón décadas después del nacimiento.




