En septiembre de 2025, el gobierno de Estados Unidos encabezado por Donald Trump presentó en la Asamblea General de la ONU una propuesta para reformular el sistema global de asilo. La iniciativa, defendida por el subsecretario de Estado Christopher Landau en un acto paralelo titulado El sistema global de refugio y asilo: Qué es lo que no funciona y cómo arreglarlo, plantea cinco principios que otorgan más poder a los Estados para controlar las solicitudes de protección internacional.
Entre los lineamientos se incluye que no existe el derecho a elegir el país de asilo, que la condición de refugiado debe ser temporal y que los Estados soberanos, no los organismos internacionales, deciden sobre el retorno de personas desplazadas. Además, exige que todos los países acepten con rapidez el regreso de sus nacionales.
Críticas de Amnistía Internacional a la propuesta de Trump
La ausencia del principio de no devolución (non-refoulement) en el documento encendió alarmas en organismos internacionales. Amnistía Internacional advirtió que la propuesta “socava la protección básica de los refugiados” al permitir que personas sean devueltas a países donde corren peligro de sufrir violaciones graves a los derechos humanos.
Según la organización, el plan tendría un impacto desproporcionado en personas pobres y racializadas del Sur Global, quienes suelen recorrer rutas terrestres y quedarían obligadas a solicitar asilo solo en el primer país de entrada. Esto ampliaría la brecha entre países ricos y naciones en desarrollo, que ya cargan con la mayor parte de la población refugiada mundial.
¿Qué cambiaría en el derecho de asilo internacional?
Actualmente, el 67% de las personas refugiadas vive en países vecinos a su lugar de origen, según ACNUR. La propuesta de Trump consolidaría esta tendencia, impidiendo a muchos acceder a sistemas de protección más sólidos.
Además, limitaría la posibilidad de que comunidades vulnerables, como las personas LGBTI en países africanos o solicitantes afganos en Irán y Pakistán, encuentren seguridad fuera de regiones hostiles.
Un giro en línea con políticas del Norte Global
La iniciativa de Trump se suma a medidas similares adoptadas en el Norte Global: los centros de detención extraterritoriales de Australia, los acuerdos de la UE con Libia y Túnez, o el fallido pacto de Reino Unido con Ruanda. Todas estas políticas buscan contener y externalizar la gestión de refugiados, trasladando la carga a países más pobres.
Aunque Estados Unidos sigue siendo parte del Protocolo de 1967, la propuesta marca un alejamiento del Pacto Mundial sobre los Refugiados de 2018, que promueve un reparto equitativo de responsabilidades. Para Amnistía, se trata de un proyecto motivado por intereses políticos internos y discursos populistas, más que por datos o compromisos internacionales.




