No falló el instinto. En medio de un operativo de rutina, los ladridos insistentes de los perros de las fincas vecinas terminaron por desnudar una maniobra narco en el norte tucumano. El resultado: más de cinco kilos de cocaína secuestrados y dos sospechosos prófugos.
Todo ocurrió sobre la Ruta Nacional 9, a la altura del kilómetro 1.358, en el paraje Molle Yaco, jurisdicción de Trancas. Allí, efectivos del Escuadrón 55 “Tucumán” de Gendarmería Nacional realizaban controles habituales cuando un detalle rompió la calma: los animales no paraban de ladrar hacia la parte trasera del puesto.
La reacción llamó la atención de los uniformados. Algo no cerraba. Los gendarmes decidieron avanzar hacia la zona de las vías del ferrocarril, un sector utilizado en reiteradas oportunidades para esquivar controles. Y no tardaron en confirmar las sospechas.
Entre los rieles, divisaron a dos hombres caminando a pie, cargando un bulto. Al recibir la voz de alto, los sujetos no dudaron: arrojaron la carga y escaparon a toda velocidad hacia una zona montuosa, aprovechando la espesura del monte para perderse.
Con el área asegurada, los efectivos regresaron al punto donde había quedado abandonado el paquete. Se trataba de una mochila. Al abrirla, ante la presencia de testigos, encontraron cinco “ladrillos” prolijamente envueltos.
Las pruebas de campo fueron contundentes. El Narcotest dio positivo para cocaína. El peso total: 5 kilos con 213 gramos de droga de alta pureza.
Por orden del Juzgado Federal N° 2 de Tucumán, la sustancia fue secuestrada y se dio intervención a la Policía provincial para profundizar la investigación y dar con los responsables, que por ahora siguen prófugos.
Una vez más, el olfato —aunque esta vez el animal— terminó siendo clave para frustrar un intento de tráfico de estupefacientes en las rutas tucumanas.




