Un video viral protagonizado por la creadora de contenido rusa Anna Saparina, de 36 años, generó conmoción en todo el país. La mujer colocó a su hijo dentro de una bolsa sellada al vacío como parte de un “experimento” para sus seguidores, lo que desató una ola de críticas y la inmediata intervención de los servicios de protección infantil.
El hecho ocurrió esta semana y quedó registrado en un video en el que se ve al niño claramente asustado mientras pide ayuda, atrapado en un espacio sin oxígeno. Además, la secuencia puso en riesgo extremo la vida del menor, ya que la falta de aire puede provocar pérdida de conciencia en segundos y fallas irreversibles en los órganos vitales.
Los organismos de protección infantil rusos iniciaron una investigación para determinar el alcance del peligro al que fue expuesto el niño y evaluar posibles cargos contra Saparina. Por otro lado, especialistas remarcaron que este tipo de prácticas no solo constituye maltrato, sino que podría haber terminado en una tragedia.
El episodio reabrió el debate sobre la obsesión por generar contenido en redes sociales, una tendencia que ya ocasionó situaciones extremas en Rusia. En noviembre, el entrenador de fitness Dmitry Nuyanzin, de 30 años, murió tras participar en un desafío de atracones de comida destinado a promocionar un programa de pérdida de peso. Según medios locales, había presentado malestares previos y decidió suspender su entrenamiento la noche anterior. Murió mientras dormía, posiblemente por un paro cardíaco vinculado al esfuerzo excesivo y al rápido aumento de peso.
El peligro del contenido extremo
Mientras ambas investigaciones avanzan, crece la preocupación por el impacto de los desafíos virales y el delgado límite entre entretenimiento, daño personal y explotación infantil. Sin embargo, expertos coinciden en que sin regulaciones más estrictas, este tipo de casos podría seguir repitiéndose.




