El precio de la carne sigue generando alarma en Tucumán. En varias carnicerías locales, cortes como bife de chorizo, vacío y lomo superan los $20.000 el kilo, mientras que otros como asado y matambre rondan entre $15.000 y $18.000, según comerciantes de la capital y el interior de la provincia.
Desde fines de octubre, cuando comenzó la escalada, los aumentos se repiten con frecuencia. Cada nueva lista de precios sorprende a los carniceros, que deben explicar estas subas constantes a una clientela cada vez más cautelosa.
¿Exportaciones o especulación?
Al principio, se señalaba que el incremento respondía al crecimiento de las exportaciones, que redujeron la oferta disponible para el mercado interno. Sin embargo, con el paso de las semanas, esa explicación perdió fuerza.
Hoy, muchos carniceros tucumanos apuntan a prácticas de retención por parte de productores agropecuarios, que estarían guardando animales y demorando la faena. Además, se sospecha de fallas en la cadena de abastecimiento de frigoríficos y matarifes, que también encarecerían los cortes.
La brecha entre mayoristas y minoristas
Pese a que los registros del Mercado de Hacienda de Liniers muestran una baja en los precios mayoristas, esa reducción no se refleja en los mostradores de Tucumán. La diferencia genera suspicacias y alimenta la idea de especulación o problemas logísticos que impiden que la rebaja llegue al consumidor final.
Consumidores y comerciantes en alerta
En este escenario, los carniceros de nuestra provincia deben equilibrar costos crecientes, presión de proveedores y la necesidad de no perder clientes. Por su parte, los tucumanos observan cómo uno de los alimentos más tradicionales de la mesa argentina se vuelve cada vez menos accesible.




