La mañana transcurría con normalidad en Amaicha del Valle cuando una patrulla de la División Delitos Rurales y Ambientales de Simoca avanzaba entre senderos y rastrojos, siguiendo huellas en busca de animales equinos denunciados por abigeato. Nada hacía pensar que, a pocos metros del camino, la escena cambiaría de rumbo.
Fue en el barrio La Puntilla donde los efectivos, mientras recorrían un terreno semiabandonado, notaron algo fuera de lugar: una serie de macetas improvisadas escondidas dentro de un canal de riego en desuso. Eran recipientes rústicos, colocados con cuidado y casi camuflados entre la maleza.
Al acercarse, el aroma inconfundible y la forma de las hojas despejaron cualquier duda. Se trataba de plantas de cannabis sativa. En total, los policías contaron 17 macetas artesanales con ejemplares que iban de 5 a 30 centímetros de altura. A un costado, encontraron otros 19 vasos que funcionaban como contenedores de pequeños brotes del mismo cultivo.
El hallazgo se produjo en el marco de la Ley Nacional 23.737 de Estupefacientes, por lo que los uniformados dieron inmediata intervención a la Unidad Fiscal de Narcomenudeo de Concepción. La fiscalía dispuso el secuestro de las plantas en presencia de testigos y ordenó la participación de la División Drogas Peligrosas, encargada de realizar las pruebas de campo correspondientes.
Así, una búsqueda motivada por una causa de abigeato terminó revelando un cultivo clandestino cuidadosamente oculto a la vista de todos, pero que solo la casualidad —y el olfato policial— logró sacar a la luz.




