Al finalizar el tercer trimestre de 2025, la pirámide socioeconómica argentina muestra ciertos cambios con señales de leve recuperación en los sectores más vulnerables. Así lo refleja el último informe de la consultora W, dirigida por el especialista Guillermo Oliveto, que analiza ingresos, consumo y hábitos de gasto en los distintos estratos sociales.
El estudio evidencia que las prioridades varían según el nivel económico: la clase alta proyecta viajes y compra de divisas, la clase media ajusta gastos tras años difíciles, y la clase baja experimenta una leve mejora, con sensación de estar “menos pobre” que hace un año.
Patrones de consumo por clase
- Clase alta: Maximizan el control financiero. Aunque sus ingresos crecen y el clima es de euforia, mantienen la calidad de vida sin excesos. Según los focus group, “Milei nos enseñó a ser más ordenados”.
- Clase media alta: Se restringen lujos para sostener el estilo de vida. Tras el reajuste en tarifas de servicios públicos, las familias deben hacer malabares para evitar problemas financieros.
- Clase media baja: Predomina la llamada “cultura del no”: el dinero alcanza justo, todos los miembros del hogar deben aportar, y el mes suele terminar el 12 o 15 según los ingresos.
- Clase baja (“sobrevivientes eternos”): La disminución de la inflación ha mitigado la situación, aunque persiste la sensación de trabajar solo para cubrir lo básico.
Reconfiguración de la pirámide
Según ingresos, la estructura se mantiene, pero con variaciones en montos ajustados por inflación:
- Clase alta: 5% de los hogares, ingresos mínimos de $7 millones y promedio de $12 millones mensuales.
- Clase media alta: 17% de la población, ingresos desde $3,7 millones mensuales.
- Clase media baja: 26% de los hogares, ingresos promedio de $2,4 millones mensuales.
En la base, se registraron cambios significativos:
- La clase baja en situación de pobreza descendió del 26% al 24%, con ingresos inferiores a $1,18 millones mensuales.
- Creció la clase baja superior, no pobre, del 24% al 28% de los hogares, con un ingreso promedio de $1,85 millones mensuales, explicando la leve mejora en la base de la pirámide social.
En síntesis, mientras la clase alta proyecta consumo discrecional y la media mantiene la cautela, la base de la pirámide comienza a mostrar señales de recuperación, reflejando un escenario complejo pero con leves mejoras para los “sobrevivientes eternos”.




