La noche del lunes, cerca de las 23, cuatro presos escaparon de la Comisaría 21ª de Rosario tras ejecutar una maniobra tan simple como efectiva: pidieron agua caliente al guardia de turno, accedieron al patio y treparon por los techos. La Policía Federal reaccionó con rapidez y logró recapturar a dos de ellos, pero los otros dos siguen prófugos.
Los evadidos fueron identificados como Francisco Torrén, acusado de robo agravado de vehículo, e Ignacio Ruiz, imputado por tentativa de robo. Ambos esperaban definiciones judiciales que determinarían su destino penitenciario.
La comisaría, ubicada en Arijón al 2300, funciona como centro de detención transitoria. Al momento de la fuga, alojaba a 16 internos, justo en el límite de su capacidad. Tras el escape, efectivos policiales y personal del Ministerio de Seguridad iniciaron una investigación y se comunicaron con la fiscalía para coordinar la búsqueda.
La fuga no solo generó preocupación en la comunidad, sino que también reavivó el debate sobre las condiciones de las comisarías como centros de detención temporales. El hecho se suma a una serie de episodios similares en Rosario, donde la inseguridad y el hacinamiento carcelario se entrelazan en una trama cada vez más crítica.