El terremoto en Afganistán ocurrió poco antes de la medianoche del domingo, a 27 kilómetros al noreste de Jalalabad, en la provincia de Nangarhar, cerca de la frontera con Pakistán. El sismo, de magnitud 6,0 y con una profundidad de apenas 8 km, dejó al menos 1.124 muertos y más de 3.200 heridos, según la Sociedad de la Media Luna Roja Afgana.
Las fuertes réplicas se sintieron incluso en Kabul y en varias ciudades pakistaníes. Las lluvias, los deslizamientos de tierra y las carreteras destruidas complican aún más el acceso de los equipos de rescate a las zonas montañosas más afectadas.
Aldeas destruidas y miles de afectados
El terremoto devastó aldeas en la provincia de Kunar y causó graves daños en Laghman, Nuristan y Panjshir. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, casi medio millón de personas sintieron temblores fuertes o muy fuertes, lo que aumentó el riesgo de derrumbes en viviendas precarias.

Testigos describieron escenas dramáticas: familias enteras quedaron atrapadas bajo los escombros, mientras los sobrevivientes intentaban rescatar a sus seres queridos con palas y manos desnudas. “Quedé medio enterrado y no pude salir. Perdí a mi esposa y a mis dos hijos”, relató un vecino de Nurgal, en Kunar.
Una crisis agravada por la falta de ayuda
El terremoto en Afganistán se suma a una larga lista de tragedias. Desde que los talibanes retomaron el poder en 2021, la ayuda internacional disminuyó drásticamente. La financiación humanitaria cayó de 3.800 millones de dólares en 2022 a apenas 767 millones en 2025.
Pese a los pedidos urgentes de los talibanes, la respuesta internacional ha sido limitada. Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido, India y China enviaron apoyo, pero los recursos siguen siendo insuficientes. Las organizaciones humanitarias advierten que el país enfrenta una acumulación de crisis: pobreza extrema, sequías, desnutrición y ahora esta catástrofe sísmica.


El llamado desesperado de Afganistán
El Ministerio de Salud afgano pidió ayuda internacional inmediata para los damnificados. Necesitan desde bolsas para cadáveres hasta alimentos, medicinas y refugio. Mientras tanto, miles de personas duermen al aire libre entre ruinas y esperan que la comunidad internacional actúe con rapidez.