En Tucumán, las estafas virtuales ya se volvieron parte del día a día. Según datos oficiales, la Unidad de Delitos Telemáticos recibe en promedio 25 denuncias por jornada, lo que equivale a una víctima por hora. Las modalidades evolucionan y los delincuentes perfeccionan métodos que combinan ingeniería social, manipulación y el uso de tecnologías cada vez más accesibles.
Uno de los casos recientes es el de Eugenia, una docente jubilada de 65 años. Recibió la llamada de un supuesto empleado del banco en el que cobra su salario. El hombre le habló sobre un nuevo producto financiero y, tras convencerla, le pidió continuar el trámite por videollamada. Durante la comunicación, le solicitó que abriera su homebanking para “guiarla en los pasos”.
Nada en la conversación parecía sospechoso: el tono amable, la paciencia y las explicaciones técnicas le generaron confianza. Sin embargo, una hora después de finalizar la llamada, Eugenia recibió la notificación del retiro total de su dinero. El falso ejecutivo había obtenido todos sus datos.
Este tipo de engaño —cada vez más frecuente— se suma a la larga lista de modalidades que proliferan en la provincia. De acuerdo con el Sistema Nacional de Información Criminal 2024, en Tucumán se registran tres denuncias por robos y hurtos cada 24 horas, pero más de 3.600 estafas virtuales en un año. La cifra refleja una alarmante tendencia: los delincuentes migraron a un terreno donde pueden operar con mayor anonimato, rapidez y efectividad.
Los investigadores reconocen que existe un “número negro” significativo. Muchas personas no denuncian por vergüenza, por desconocimiento o porque las entidades bancarias les ofrecen resolver el conflicto sin llegar a la Justicia, a fin de evitar exponer fallas en sus sistemas. También están los damnificados que, una vez solucionado el problema, deciden no avanzar con un proceso judicial.
“Esto ocurre porque para los bancos es dañino admitir que existen fallas en los controles”, explicó un investigador del Poder Judicial. Añadió que en casos graves se recomienda denunciar también ante organismos de defensa del consumidor. “Un trámite presencial exige múltiples verificaciones, pero en homebanking con un solo clic se puede mover una gran cantidad de dinero. Esa diferencia crea riesgos”.
Para el jefe de Delitos Telemáticos, Miguel Carabajal, las denuncias son fundamentales:
“Es la única forma de identificar a los responsables y de detectar nuevas modalidades. Las víctimas tienen una responsabilidad social: su denuncia puede evitar que otros caigan”.
Nuevas y viejas trampas digitales
Los investigadores detallan que una de las modalidades que más creció es la estafa mediante videollamadas por redes sociales. Los estafadores se hacen pasar por representantes de organismos públicos o empresas privadas y, durante la comunicación, logran que la víctima revele el código de verificación que les permite tomar control de su cuenta.
También se registró un aumento de casos de phishing. Los mensajes falsos que aparentan provenir de bancos o empresas de servicios incluyen amenazas de seguridad que buscan generar urgencia. “La víctima, por miedo o apuro, ingresa sus datos sin comprobar que está en el sitio oficial, mientras el delincuente observa todo en tiempo real”, explicó el oficial Luis Ybarra, quien trabaja junto a la comisaria Juana Estequiño en la unidad especializada.
Recomendaciones clave para evitar ser víctima
Los especialistas advierten que hay medidas básicas para protegerse:
- Nunca compartir pantallas ni códigos de verificación.
- Desconfiar de llamadas o mensajes que generan miedo o urgencia.
- Verificar siempre por canales oficiales antes de ingresar a links o entregar información personal.
“Las entidades responsables nunca piden códigos ni datos sensibles por teléfono o videollamada. Ante la duda, cortar la comunicación y consultar directamente con el organismo”, insistieron los investigadores.




