La ilusión de una despedida soñada se transformó en frustración y bronca para un grupo de estudiantes de Concepción, que esperaba celebrar su cena de egresados y terminó siendo víctima de una presunta estafa. Lo que debía ser una noche de risas y recuerdos compartidos concluyó con puertas cerradas, luces apagadas y un silencio difícil de explicar.
El viernes 19 de diciembre, los 16 alumnos del último año de la Escuela Juan Carlos Ferro llegaron al salón “Rancho Bulacios” listos para vivir uno de los momentos más esperados de su etapa escolar. Detrás de esa llegada había meses de trabajo: rifas, ventas y sacrificios para reunir el dinero necesario. Nada de eso importó al encontrarse con el lugar completamente desierto y sin responsables a la vista.
La desolación fue aún mayor cuando, desde afuera, pudieron observar el interior del salón. Los centros de mesa confeccionados por los propios estudiantes estaban tirados y desordenados, como una señal clara de que la fiesta nunca iba a comenzar.
El perjuicio no fue solo emocional. De acuerdo a lo informado, se habían vendido 104 tarjetas, lo que implica un monto superior a los 5 millones de pesos. En medio del desconcierto, los padres lograron contactar a un encargado, quien explicó que Miguel Ocampo, propietario del salón, no respondía desde horas de la tarde y que el dinero no estaba en poder de nadie.
Con el paso del tiempo, las explicaciones se diluyeron. Hubo versiones cruzadas, promesas de reprogramar el evento y hasta rumores sobre intentos de devolver el dinero mediante la venta de un vehículo familiar. Finalmente, llegaron los bloqueos en redes sociales y la falta total de respuestas.
El caso reaviva la alarma por una modalidad de estafas que se repite y golpea directamente a quienes están cerrando una etapa clave de su vida. Para estos jóvenes, la noche de egresados no quedará en la memoria por la música o las fotos, sino por el golpe de realidad que apagó, de un momento a otro, una celebración muy esperada.




