Karla Robles, una joven de 27 años, se quitó la vida en la madrugada del lunes tras una larga situación de acoso por parte de su expareja, Diego Zerda. Lo hizo en una transmisión en vivo por TikTok, que fue vista por 96 personas. El caso conmociona por la crudeza del acto, la secuencia registrada en tiempo real y las denuncias que surgieron después.
Pasadas las tres de la mañana, Karla envió por WhatsApp el enlace a su transmisión. En el video, según testigos, habló a cámara y expresó que no podía seguir viviendo, que estaba atrapada en una oscuridad sin salida. “Si no me mato yo, Zerda va a matar a mi mamá y a mi hermano”, dijo, según relató una amiga que intentó llegar al lugar.
Una de sus amigas, al recibir el enlace, intentó comunicarse con la madre de Karla, pero no obtuvo respuesta. “No perdí el tiempo y pedí un Uber”, contó. A las 3:25, Karla seguía hablando en vivo. La amiga vio cómo se acercaba a la ventana, se colocaba una soga en el cuello, se la quitaba, ajustaba la cámara y volvía al lugar donde estaba la cuerda. Llegó cuatro minutos después. Ya era tarde.
Lucas, el hermano de Karla, también intentó intervenir. Volvía de salir con amigos cuando un vecino le gritó lo que estaba ocurriendo. Entró corriendo, pero no pudo evitar el desenlace.
Pruebas, capturas y sospechas
Otra amiga notó que el celular seguía transmitiendo y finalizó el vivo. En ese momento, descubrió que Diego Zerda había sido uno de los espectadores. Capturó la pantalla y revisó el chat entre Karla y Zerda, donde él comenzó a borrar mensajes. Sin embargo, Karla ya los había guardado antes de morir.
La secuencia dejó en evidencia un patrón de amenazas, manipulación y miedo. La familia y las amigas de Karla apuntan directamente a Zerda como responsable indirecto del desenlace, y exigen que se investigue a fondo.
Un caso que exige respuestas
El suicidio de Karla Robles no fue silencioso. Fue una denuncia desesperada, transmitida en vivo, con testigos, pruebas y un contexto de violencia emocional que no puede ser ignorado. La justicia deberá determinar responsabilidades, pero el impacto social ya está instalado: ¿cuántas Karla más necesitan visibilizar su sufrimiento para que se actúe a tiempo?




