La Justicia en este caso utilizó un tiempo razonable para fallar, y además llegó con buenas noticias.
Lo hizo a tiempo para derramar justicia para el colectivo de niños y familias con Trastornos del Espectro Autista (TEA) que aún no reciben del sistema educativo -en la mayoría de las jurisdicciones del territorio nacional- la contención, el saber y el acompañamiento que merecen. Y muy lejos están de entender que las neurodiversidades en el proceso educativo suman y no restan.
En este contexto adverso para el colectivo TEA es que el caso del arquero de Independiente Rodrigo rey, su esposa y sus dos hijos –Benicio y Renata- toma un estatus de caso paradigmático.
El futbolista de Indepediente y su esposa denunciaron en octubre del 2024 que el Instituto José Manuel Estrada de City Bell, un colegio renombrado de la zona platense- les negó la escolaridad en el 2025 a su hijo con autismo y a la hermana. Y lo definieron como un caso de discriminación.

El colegio adonde asistían los dos niños Rey –Benicio con TEA y también la menor Renata- rechazaron la renovación de su matrícula invocando el retrógrado “derecho de admisión”.
El caso se judicializó. Y la familia Rey obtuvo una medida cautelar provisoria a su favor, que aseguraba la matrícula escolar de sus hijos, Benicio -diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA)- y Renata, para el ciclo lectivo 2025 en el Estrada de City Bell, hasta que se expida la justicia.
La decisión, que representa un avance en el litigio que la familia mantiene contra la institución, permitió que los niños continúen su desarrollo académico y social en un entorno conocido.

El diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista experimentó un crecimiento notable en las últimas tres décadas. Algunos expertos en neurodesarrollo lo describen como una verdadera pandemia de este siglo.

El autismo, una forma de ser en el mundo
la psiquiatra infantojuvenil Alexia Rattazzi planteó la necesidad de modificar el término TEA y reemplazar la palabra “Trastorno” por “Condición”, con el objetivo de reducir la estigmatización hacia las personas incluidas en este espectro. De adoptarse este enfoque, el acrónimo pasaría a ser CEA, Condición del Espectro Autista.
Rattazzi explicó que la palabra “trastorno” tiene una connotación negativa y propuso comprender el espectro autista como una forma de neurodiversidad, es decir, una manera distinta de estar en el mundo. Señaló que esto no implica dejar de brindar apoyos y acompañamiento a quienes lo requieran, aunque subrayó que existen personas dentro de este espectro que no presentan dificultades significativas y considerar su experiencia como un “trastorno” no resulta adecuado. La especialista definió el autismo como una manera diferente de percibir y procesar la realidad, y subrayó que esta diversidad no constituye necesariamente un trastorno.
En ese contexto, Rattazzi reflexionó sobre el concepto de inclusión y sugirió que solamente tendría sentido hablar de inclusión mientras no se naturalice la neurodiversidad desde la infancia. Consideró que si los niños crecen en entornos donde la diversidad es parte de lo cotidiano, se reduciría la necesidad de hablar de inclusión en la adultez.
El consenso científico, recopilado por Mayo Clinic, caracteriza el TEA como un síndrome conductual de origen multifactorial, determinado por una combinación de factores genéticos, congénitos, ambientales y sociales. El autismo no responde a una única causa ni a un origen exclusivamente biológico.
Frente a estos desafíos, los especialistas de Mayo Clinic recomiendan que las familias trabajen conjuntamente con equipos multidisciplinarios, incluyendo profesionales en nutrición, para evaluar y mejorar la alimentación del niño, abordar selectividad y promover hábitos saludables que involucren a todo el núcleo familiar. Además, destacan la importancia de considerar el entorno escolar y los espacios de juego como escenarios fundamentales en la infancia.




