El suicidio es una crisis silenciosa que cobra más de 720.000 vidas al año según la OMS, lo que equivale a una muerte cada 100 personas. En países de ingresos bajos y medios, donde se concentra el 75% de los casos, el fenómeno se agrava por la falta de acceso a salud mental. En Argentina, la situación es alarmante: entre abril de 2023 y abril de 2025 se registraron 15.807 intentos, un promedio de 22 por día, afectando principalmente a jóvenes de 15 a 24 años.
El lema global para 2024-2026, “Cambiar la narrativa”, busca derribar mitos, combatir el estigma y fomentar una cultura de comprensión. La doctora Linda Cozzarin, psiquiatra de INECO, advierte que aunque las mujeres intentan suicidarse más, los hombres lo concretan con mayor frecuencia debido al uso de métodos más letales.
Los factores de riesgo son múltiples: depresión, ansiedad, violencia familiar, discriminación, problemas económicos y dolor físico crónico. Pero también existen factores de protección como vínculos afectivos sólidos, espiritualidad y estrategias de afrontamiento positivas.
Se destacan cinco señales de alerta que no deben ignorarse:
- Verbales: expresiones como “quiero morir”, “soy una carga” o “no tengo razones para vivir”.
- Conductuales: aislamiento, regalos de objetos personales, despedidas, cambios de humor extremos, consumo de sustancias y búsqueda de métodos letales en internet.
Además, se derriban mitos como “hablar de suicidio lo incita” o “quien lo dice no lo hace”. La realidad es que hablar salva vidas. La mayoría de quienes intentan suicidarse han dado señales previas.