En Argentina, cada persona descarta en promedio 72 kilos de comida por año, según el último informe del Banco de Alimentos de Buenos Aires. Este problema se intensifica en la época de fin de año, cuando las compras y preparativos aumentan.
El director general del Banco, Fernando Uranga, explicó que estos números reflejan un desperdicio de recursos valiosos, ya que al tirar un alimento no solo se pierde comida, sino también agua, energía, suelo, envases, transporte y mano de obra. “La recuperación de alimentos genera un triple impacto: económico, ambiental y social”, aseguró.
¿Por qué se desperdicia tanta comida?
Gran parte del desperdicio ocurre por mal almacenamiento, cocinar de más, vencimiento de productos o servirse más de lo que se consume. Las frutas y verduras encabezan la lista de productos más descartados, seguidas por harinas, arroz, fideos, legumbres y panificados.
A nivel nacional, se pierden alrededor de 16 millones de toneladas de alimentos al año, según la Dirección de Agroalimentos de la Secretaría de Agricultura. Este desperdicio contribuye significativamente a la emisión de gases de efecto invernadero y representa una pérdida masiva de recursos productivos.
La recuperación de alimentos en cifras
El Banco de Alimentos de Buenos Aires ya recuperó más de 6.100 toneladas de alimentos en 2025 y proyecta cerrar el año con 7.000 toneladas, destinadas a 1.280 organizaciones sociales del AMBA. Solo se rescatan alimentos aptos para el consumo, tanto perecederos como no perecederos, provenientes de la industria alimenticia, supermercados, productores y empresas de logística.
Cómo reducir el desperdicio en casa
- Orden en el guardado: aplicar la rotación “primero vence, primero se usa” puede reducir hasta un 20% de descartes.
- Ubicación correcta: separar crudos, cocidos, frutas y verduras en heladera y alacena evita pérdidas por contaminación.
- Planificación semanal: cocinar solo lo necesario ayuda a evitar excedentes.
- Comprar local y estacional: mejora la frescura, reduce costos y pérdidas en origen.
- Dedicar tiempo a los alimentos: revisar, transformar y conservar antes de que se deterioren.
- Aprender técnicas de conservación: encurtidos, deshidratados, fermentos o conservas permiten aprovechar restos.
- Cocinar con lo que hay: revisar heladera y despensa antes de comprar más.
- Uso creativo de condimentos: especias y hierbas potencian sabores y permiten aprovechar ingredientes.
- Compra consciente: adquirir solo lo necesario, especialmente panificados, frutas y verduras.
- Legumbres: cocinar por tandas y congelar evita pérdidas por vencimiento o exceso de preparación.
Reducir el desperdicio de alimentos requiere conciencia, planificación y hábitos diarios de observación. Cada acción cuenta: desde la compra hasta la preparación, podemos contribuir a un impacto positivo en la economía, el medio ambiente y la sociedad.




