La pulseada interna del peronismo tucumano volvió a escena tras las elecciones legislativas, y esta vez con un ingrediente explosivo: el reclamo público de la hermana del gobernador Osvaldo Jaldo hacia la intendenta Rossana Chahla, por presunta falta de apoyo al oficialismo en los comicios. Aunque Jaldo y Chahla se mostraron abrazados en la noche electoral, los gestos no alcanzaron para tapar el ruido que se venía gestando desde hace semanas.
Una interna que no se disimula
La pérdida de una banca clave en Diputados —la que aspiraba a ocupar una candidata cercana a Jaldo— desató el pase de facturas. El gobernador encabezó la lista pero renunció a asumir, dejando el lugar al kirchnerista Javier Noguera, del espacio de Juan Manzur. Esto encendió las alarmas en el entorno jaldista, que vio en Chahla una figura que no habría jugado con la intensidad esperada.
La hermana del gobernador fue una de las voces que más se hizo sentir. Aunque no hubo declaraciones directas, trascendió que el entorno familiar de Jaldo considera que Chahla “no puso todo” para defender el espacio oficialista.

La victoria electoral de Tucumán Primero dejó más interrogantes que certezas. Aunque Osvaldo Jaldo logró consolidar su liderazgo en la provincia, el resultado en la Capital encendió una interna que ya no se disimula. La intendenta Rossana Chahla quedó en el centro de las críticas por parte de dirigentes peronistas —y del entorno más íntimo del gobernador— que le reprochan no haber “puesto nafta” suficiente para movilizar la maquinaria oficialista.
De los 47 circuitos capitalinos, solo 18 resistieron la ola libertaria. La intendenta se defendió con papeles en mano, asegurando que sí hubo combustible para la campaña. Pero en los pasillos del poder, se habla de una estructura débil, de falta de compromiso y de una gestión que priorizó lo técnico por sobre lo político.
El conflicto se intensificó con la filtración de supuestos chats de funcionarios municipales que desestimaban la importancia de las elecciones. Chahla denunció una operación política y presentó pruebas de su compromiso con la campaña. Aseguró que los mensajes eran falsos y que provenían de un número inexistente.

Jaldo, el arquitecto de una pirámide invertida
El gobernador no se quedó en la foto del triunfo. Analizó cada planilla, cada circuito, cada voto. Está convencido de que la campaña se construyó de arriba hacia abajo, con su imagen como eje. Pactó con Manzur, sumó sectores alejados del PJ y logró una foto de familia que incomodó a más de uno. Pero ahora, sin tercera banca y los números claros, Jaldo quiere ir “más a fondo, hacia adentro del partido”.
La pulseada entre Jaldo y Chahla es el síntoma de una tensión mayor: la redefinición del poder en Tucumán. El gobernador quiere blindar su liderazgo rumbo a 2027. La intendenta busca autonomía. Y el peronismo, como siempre, se reinventa entre chispazos, pactos y reproches. El fuego amigo ya no se oculta. Se convierte en el verdadero termómetro de lo que vendrá.




