La capital tucumana tiene más barrios que Buenos Aires, a pesar de contar con la mitad de superficie. Muchos de ellos son apenas tres manzanas, sin nombre, sin numeración y sin pavimento. Esta fragmentación extrema dificulta la planificación, la movilidad y hasta la prestación de servicios básicos.
Para revertir esta situación, se conformó una Comisión Especial que trabajará durante un año en la reforma del Código de Planeamiento Urbano. El plan contempla tres etapas: diagnóstico participativo, recepción de propuestas y redacción del anteproyecto. Se realizarán audiencias públicas, talleres barriales, mapeos colaborativos y encuestas digitales.
El secretario de Obras Públicas, Luis Lobo Chaklián, reconoció que casi la mitad de las calles no tienen nombre ni asfalto. Además, adelantó que el nuevo código propone dividir la ciudad en 20 distritos con identidad clara y mejor conectividad. Para ello, se proyectan puentes que integren zonas aisladas, especialmente en el sur.
En paralelo, se aprobó la creación del Instituto de Investigación y Planificación Urbana, que se encargará de estudiar temas como transporte, infraestructura y espacios verdes. Aunque aún no fue reglamentado, se espera que entre en funcionamiento una vez aprobado el nuevo código.