El tribunal del Centro Judicial Monteros condenó este lunes a Walter Mateo Córdoba, tío de la víctima, a prisión perpetua por el asesinato de su sobrina, Luján Nieva, de 11 años, ocurrido el 25 de agosto de 2024 en la localidad de Río Seco. La pena fue impuesta tras una audiencia final del juicio oral y público que se extendió durante toda la semana pasada.
Durante la última jornada, la madre de Luján se expresó ante el tribunal. “Todos los días me pregunto por qué lo hizo. Por qué tanto daño causado. El dolor y el vacío que me quedan son infinitos”, señaló, visiblemente emocionada, antes de que los jueces pasaran a deliberar.
El tribunal, compuesto por los jueces Marcos Núñez Campero, Cecilia Tasquer y Matías Graña, encontró culpable a Córdoba por homicidio doblemente agravado, al considerarlo cometido con alevosía y mediando violencia de género. La Unidad Fiscal de Delitos contra la Integridad Física, a cargo de Mónica García de Targa, había solicitado la pena máxima durante los alegatos de clausura.
Si bien los magistrados hicieron lugar a la acusación principal, descartaron algunos cargos planteados por la fiscalía, como abuso sexual y privación ilegítima de la libertad, por no haberse podido comprobar en el proceso. Para arribar a la sentencia, los jueces valoraron pruebas científicas y periciales, incluyendo análisis de ADN y los informes del arqueólogo forense, presentados por el Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF).
Detalles del caso
El hecho ocurrió al mediodía del 25 de agosto de 2024. Luján salió de su casa en el barrio Virgen del Rosario rumbo a una despensa cercana y, según la acusación, pasó por el domicilio de Córdoba para preguntar por la hija de éste. Allí, aprovechando la relación de cercanía con la menor, la atacó con un ladrillo, provocándole la muerte.
Para ocultar el crimen, Córdoba trasladó el cuerpo al patio trasero de su vivienda y trató de prenderlo fuego. Al no lograr quemarlo por completo, segmentó el cadáver, colocando las vísceras en un tacho y cubriéndolas con tierra y una planta, según la acusación presentada en el juicio.
El fallo marca un cierre judicial para uno de los casos más conmocionantes de los últimos años en Tucumán y reafirma la pena máxima frente a delitos de extrema violencia contra menores.




