Marcos Daniel Fernández, uno de los condenados a 20 años de prisión por el crimen de la docente Beatriz «Betty» Argañaraz, cuyo cuerpo nunca se encontró, regresó a la cárcel en abril pasado por haber incumplido una de las exigencias que se le habían impuesto cuando le otorgaron la libertad condicional, que era la de residir en un domicilio pre estipulado. Al momento del crimen, ocurrido el 31 de julio de 2006 (en poco más de tres meses se cumplen 20 años), el condenado se llamaba Nélida Fernández y mientras estaba en la cárcel solicitó el cambio de género, por eso la modificación del nombre.
En este contexto, la Justicia hizo lugar a la impugnación presentada por la defensa del acusado y revocó la resolución del 14 de abril de 2025. En consecuencia, se dejó sin efecto el pedido del Ministerio Público Fiscal para quitarle la libertad condicional otorgada en mayo de 2024 y se dispuso su libertad.

Uno de los requisitos para obtener el beneficio era que fijaran un domicilio, y lo hicieron ambos en San Miguel de Tucumán. Pero, según advirtieron desde el Ministerio Público Fiscal, ambos condenados vivían en realidad en El Cadillal, donde habían construido una casa ya en épocas del crimen, donde conviven con su nieta. Esa residencia fue objeto de varios allanamientos en el transcurso de la investigación. Fernández ya había sido advertido de que no podía vivir allí, pero no cumplió. Por eso, hace unos se fijó una audiencia y se le había quitado el beneficio.
Con esta decisión, el caso vuelve a generar debate en torno a las responsabilidades de control sobre quienes acceden a beneficios excarcelatorios y reaviva el recuerdo de uno de los crímenes más conmocionantes de Tucumán.
El caso
Beatriz Argañaraz desapareció el 31 de julio de 2006 cuando se dirigía al colegio en el que trabajaba. Según la investigación de la ex fiscal Adriana Giannoni, recibió un mensaje de parte de quien entonces se llamaba Nélida Fernández y de Susana Acosta, quienes eran compañeras suyas en el establecimiento educativo. Cuando Betty llegó al departamento de las mujeres, ex novicias, la atacaron y la mataron. Los investigadores encontraron manchas de sangre de la víctima en las paredes. Luego se deshicieron del cuerpo y nunca más se supo de ella. Fueron condenadas por los jueces Alfredo Barrionuevo, Emilio Páez de la Torre y Pedro Roldán Vázquez en 2009, en un caso que sentó precedentes ya que fueron sentenciadas por homicidio a pesar de que no estaba el cuerpo de la víctima.




