Un violento ataque protagonizado por un perro de raza pitbull generó conmoción y alarma en Nueva York durante las últimas horas. El episodio quedó registrado en un video que se viralizó rápidamente en redes sociales y que muestra el momento en que una nena de unos cinco años es atacada mientras caminaba junto a su madre.
En las imágenes —de alto impacto— se observa cómo el animal se aferra a la menor, mientras se escuchan sus gritos desesperados. Ante la escena, varios adultos que se encontraban en el lugar intervinieron de inmediato para intentar separar al perro, en medio de la tensión y el miedo.
Finalmente, el pitbull se alejó junto a su dueño. Sin embargo, la situación siguió siendo caótica: un hombre preguntó si la niña se encontraba bien y otra mujer pidió que llamaran a la policía, mientras la menor continuaba llorando por el dolor y el shock.
El caso reabrió el debate sobre la tenencia responsable de perros potencialmente peligrosos y los protocolos de seguridad en espacios públicos.
El mito de la “mandíbula trabada” en los pitbulls
Tras la difusión del video, volvió a circular una creencia muy extendida: que los pitbulls tienen una “mandíbula que se traba”. Sin embargo, esto es falso.
Desde el punto de vista científico, la estructura mandibular de un pitbull es igual a la de otras razas como el Golden Retriever o el Pastor Alemán. No existe ningún mecanismo óseo ni químico que funcione como un cerrojo.
Lo que sí influye es su historia genética y de selección. Esta raza desciende de perros utilizados para el bull-baiting, una práctica antigua en la que se buscaba que el animal mordiera y no soltara. Por ese motivo, muchos pitbulls presentan una alta determinación —conocida como gameness— que los lleva a mantener la mordida incluso bajo estrés o dolor.
Por qué resulta tan difícil separarlos
Cuando un pitbull entra en un estado de excitación extrema, puede concentrarse exclusivamente en el estímulo que percibe como amenaza. En esos casos, tirar del animal o golpearlo suele empeorar la situación.
Por un lado, porque al no soltar, cualquier tirón puede provocar lesiones más graves. Por otro, porque el dolor físico puede reforzar su instinto de lucha y aumentar la agresividad.
Qué recomiendan los especialistas
Expertos en comportamiento animal señalan que la fuerza bruta no es una solución efectiva. En situaciones extremas, indican que cortar el estímulo —por ejemplo, mediante técnicas que limiten momentáneamente la respiración del animal— puede lograr que suelte, aunque advierten que solo debe hacerlo personal capacitado.
Otra opción es el uso de herramientas específicas para hacer palanca en la mordida, algo que también requiere entrenamiento previo.
Por eso, coinciden en que la prevención es clave: educación del animal, control permanente, uso de correa, bozal cuando corresponde y una tenencia responsable, especialmente en espacios públicos.



