Un estudio publicado en Science Translational Medicine reveló que la artritis reumatoide comienza mucho antes de que aparezcan los síntomas clásicos como dolor, inflamación o rigidez en las articulaciones.
El equipo liderado por Mark Gillespie, del Instituto Allen en Seattle, siguió durante siete años a 45 personas sanas que tenían anticuerpos anticitrulinados (ACPA), un marcador de riesgo para la enfermedad. Los resultados mostraron que quienes luego desarrollaron artritis reumatoide ya presentaban alteraciones inmunológicas significativas antes del diagnóstico.
Señales tempranas de artritis reumatoide
Los investigadores observaron que los participantes con riesgo tenían inflamación sistémica en todo el cuerpo, similar a la de pacientes con artritis reumatoide activa.
Entre las anomalías detectadas en las células inmunitarias se encontraron:
- Células B que, en lugar de proteger, promovían inflamación.
- Células T auxiliares hiperactivas que podían atacar tejido sano.
- Células T ingenuas con alteraciones en la activación de genes.
Además, se identificaron altos niveles de células inflamatorias en sangre, parecidas a las que aparecen en el tejido articular dañado por la enfermedad.
Por qué es clave la detección temprana
Durante el estudio, 16 de los 45 participantes desarrollaron la enfermedad. Estos hallazgos sugieren que es posible predecir la artritis reumatoide y actuar antes de que los síntomas aparezcan.
“Si se detecta temprano, la artritis reumatoide podría detenerse antes de que comience, lo que ahorraría años de dolor y discapacidad”, explicó el reumatólogo Kevin Deane, de la Universidad de Colorado.
Un futuro con nuevas estrategias de prevención
Los investigadores esperan que este avance permita diseñar métodos más precisos para identificar a quienes tienen mayor riesgo, así como desarrollar tratamientos preventivos. Además, los hallazgos podrían ayudar a mejorar las terapias existentes para quienes ya conviven con la enfermedad.
La artritis reumatoide afecta principalmente a manos, muñecas y rodillas, y genera dolor crónico, deformidades y pérdida de movilidad. Según los especialistas, el estudio abre la puerta a un cambio en la forma de abordar la enfermedad: desde la prevención y no solo desde el tratamiento de los síntomas.