Nicolás Gómez, psicólogo clínico y psicoanalista, propuso en la pantalla de América Tucumán, una lectura profunda de los trastornos alimentarios, alejándose de los enfoques exclusivamente médicos o nutricionales. En su exposición, destacò que la anorexia, la bulimia y los atracones no se reducen a problemas de peso o alimentación, sino que expresan un conflicto psíquico que toma forma en el cuerpo.
Gómez afirmó que el síntoma alimentario funciona como un lenguaje. La restricción, el exceso o el vómito no son actos aislados, sino respuestas subjetivas a vivencias que no encontraron otra vía de expresión. El cuerpo se convierte en escenario de una lucha interna, donde el sujeto intenta recuperar control, identidad o reconocimiento.
El profesional enfatizó que estos trastornos no surgen en el vacío. La cultura de la delgadez, la presión estética, los vínculos familiares y los mandatos sociales configuran un entorno que puede potenciar el malestar. Gómez invitó a mirar más allá del diagnóstico y a escuchar lo que el síntoma quiere decir.
Durante la charla con Carla Luna en el programa Tucumán con Todo, también señaló que el tratamiento debe contemplar la singularidad de cada paciente. No existe una fórmula universal. El acompañamiento terapéutico requiere tiempo, escucha y respeto por los ritmos del sujeto. La urgencia por “curar” puede silenciar lo que necesita ser dicho.
Finalmente, Gómez remarcó que los trastornos alimentarios no son una elección ni una moda. Son formas de sufrimiento que merecen ser comprendidas sin juicio. La salud mental debe incluir estos síntomas como parte de una narrativa más amplia, donde el cuerpo no se medicaliza, sino que se humaniza.
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