Mohammed Emwazi, alias Jihadi John, fue abatido en noviembre de 2015 en Raqqa, Siria, durante un ataque con dron británico. La información, revelada recientemente por medios británicos, detalla que el líder de ISIS sostenía un kebab al momento del impacto. El operativo, resultado de seis semanas de vigilancia por parte del MI6 y el GCHQ, marcó un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo internacional.
El ataque fue ejecutado por operadores de drones británicos y estadounidenses, coordinados desde Qatar. Esperaron a que un niño que acompañaba a Emwazi se alejara antes de lanzar el misil Hellfire. La precisión del operativo evitó víctimas civiles y eliminó a uno de los rostros más temidos del Estado Islámico.
El perfil de Emwazi: de Londres a la radicalización
Nacido en Kuwait y criado en Londres, Emwazi parecía un joven común. Estudió informática en la Universidad de Westminster y fue descrito como tímido y educado. Sin embargo, tras varios episodios de discriminación y un viaje frustrado a Tanzania, comenzó a vincularse con círculos islamistas radicales.


Además, se relacionó con figuras como Bilal al-Berjawi, también abatido por un dron. Su transformación culminó con su incorporación al grupo conocido como “The Beatles”, responsables de la ejecución de al menos 29 rehenes occidentales.
El operativo: tecnología, paciencia y precisión
La inteligencia británica detectó patrones en los movimientos de Emwazi. Visitaba una tienda de kebabs cerca de una mezquita durante breves intervalos. El día del ataque, los agentes esperaron el momento exacto para evitar daños colaterales. “Fue evaporado, kebab en mano”, relató un oficial al Daily Mail.
Emwazi utilizaba cifrado avanzado, redes privadas virtuales y destruía sus dispositivos tras cada comunicación. Además, se rodeaba de civiles para dificultar los ataques. La operación demostró la capacidad de los servicios británicos para actuar con precisión quirúrgica.

El legado y la polémica por sus cómplices
Tras su muerte, la atención se centró en sus cómplices. El Shafee Elsheikh, alias “Jihadi Ringo”, fue condenado a ocho cadenas perpetuas en EE. UU. y solicitó su traslado al Reino Unido. Esta petición generó indignación entre familiares de las víctimas, como Bethany Haines, hija de David Haines, quien teme que otros terroristas sigan el mismo camino.
Por otro lado, autoridades británicas y estadounidenses debaten sobre los compromisos internacionales en materia de repatriación. La opinión pública sigue atenta al destino de los responsables de los crímenes más atroces del Estado Islámico.